jueves, 24 de marzo de 2011

Ese rinconcito tan nuestro.

Llega el mejor momento del día.
Después de comer tomo en brazos al niño y vamos a nuestro rincón.

La persianita medio cerrada, las cortinas se bambolean suavemente mientras que en la tele gritan los personajes de los dibujitos favoritos de mi pequeño campeón. Nos arropamos, me deja sitio para acostarme y prepara sus manitas para agarrarme la cara y estamparme un besito de esos que le salen del alma.

Los dos solos, volvemos a encender la maquinita de la ilusion y de pronto esa musiquita que ya se la sabe de memoria. No tardará en pedirme ayuda para que le mate al malo del primer nivel. Entre besitos y arrumacos se retuerce nervioso en la cama mientras que le acaricio el pelo. Concentrado en su mision de salvar a la princesa de su castillo imaginario.

Se nos caen los ojos, la siesta hace acto de presencia. El lucha con toda su alma porque es un buen guerrero y no le vence el sueño tan facil. En eso ha salido a su padre.
Una preguntita al aire, un "porqué" de los suyos. Una forma de querer conocer lo que le rodea.
- Papá si te doy a un botón te haces muy grande?.
- Si me das un beso me hago enorme.

Juntos vamos pasando las horitas de la tarde en ese rinconcito tan nuestro, nos damos cientos de besos, me abraza y le abrazo. No quiero que te vayas.

Duerme. Por fin le ha vencido el sueño. Observo su rostro tan perfecto, su cara de pequeño guerrero.
Le vuelvo a besar, se lo merece todo.

Mientras, los dibujitos siguen su curso y la cortina se mecen al ritmo de los suspiros de un niño, mi hijo, al que quiero con toda mi alma.

Va por ti, Miguel Dario.

2 comentarios:

  1. nunca había entrado a este blog pero de verdad me has sacado las lagrimas miguel que bonito de verdad

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  2. Gracias sonia por seguirme y por tu comentario, un besazo enorme¡¡

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