Coged un corazón que esté muy tierno,
palpitando en un pecho adolescente;
pedidle a una mujer, bella y ardiente,
que prometa ofrecerle Amor eterno.
Tenedle sin pensar, y sin gobierno;
y metedlo en el horno incandescente
del sexo y la pasión concupiscente,
cuyo calor se envidia en el infierno.
Privadle de la vista y el oído;
que no vea ni sienta qué ha pasado
en el tiempo con ella compartido.
En breve plazo, ya estará acabado;
dejad, después, que caiga en el olvido.
Así se guisa un "Hombre Enamorado".
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